Manteca
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En el año 2020 d.C. sucedió que un intrépido navegante de la viña decidió emprender una travesía que le iba a llevar hasta la vera del río Duratón, que fluye siempre al amparo del Duero, su vega y su ribera. Ignacio, el bodeguero, decidió transitar un camino de certeza. Un camino propio al que llegar antes o después de muchos años de vendimias. La única senda que conduce al vino que trae la verdad a cada botella se amasa con cariño, tiempo y madera.
Un vino llamado Manteca.
33 socios y un enólogo dispuestos a todo. Una empresa hecha de sueños y voluntades. Cerca del castillo de Peñafiel, allá entre los páramos que a Castilla le quedaron después del Mioceno y donde las hoces de los ríos que riegan los pagos de la ribera del Duero. La tierra es de guijos y guijarros, de cascote, casquijo y cascajo. Tierra sabulosa, roja y greda, de arcilla colorada, de sales calcáreas, tempero duro, clima de altura, invierno largo y verano austero. Uvas que llegan de Aldehorno, de Pardilla, de Moradillo y habitan barricas que duermen en la bodega hasta que se entregan.
Eso es Dominio de Salvatierra.
Manteca.
Hacer vino no es fácil.
Se trabaja la uva.
Crujen los brazos.
Cuece el mosto.
Del Dominio de Salvatierra viene olor a madera y fruta.
A caminos de romero.
Se trasiegan fanegas de labor y esmero.
Sabe la sangre del color del envero.
El vino crece solo sin poco más que un beso.
La manteca se afina en duela amplia.
Duele la espalda al hacer el trasiego.
Las uvas hierven en algún momento.
Se hacen montes de rampujo, la vendimia pasa rápido y cuando llega la moraga huele la bodega a vino nuevo.
Cuando por la linde al páramo que va hasta el árbol solitario, el que preside la vega, sube de entre los cascajos la manteca en su finura, va de la cosecha al lloro, del lloro se va a la flor y sonríe entre majuelos cuando encuentra su color. Ya los pámpanos atienden, ya se ha hecho el laboreo. De la flor es al envero y la manteca, fina como su estampa, se unta en viñas que son viejas como la tierra roja y las hoces milenarias, donde la piedra que huele a sendero de retamas y romeros entrega su sabor y se regala. Manteca Fina del Duero cuenta historias de largueza con su donosa figura. Busca el paladar calmado, el trago hondo que sabe como un abrazo y un lugar en la memoria de los tiempos que acompañan tus recuerdos.
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Carretera de Peñafiel a Torre de Peñafiel km. 3,2 - Peñafiel 47300 (Valladolid)
+34 606 96 30 17
comercial@dominiodesalvatierra.es"De vino, de poesía o de virtud, como os plazca.
Pero embriagaos."
Charles Baudelaire